Rezando El Rosario: Un Acercamiento Diferente
Por Ella Rozett, traducion por Jesús Ángel Gomollón Garcia*
El rosario es una herramienta maravillosa para la oración y la meditación, especialmente cuando tienes poco entrenamiento en técnicas de meditación, ya sean Cristianas, Budistas o Hinduistas. Rezar el rosario es como tocar el timbre de la puerta de casa de María. Ella sabe que el sonido significa que es requerida y viene corriendo permitiendo al alma bañarse en su presencia, trayendo con ella toda la trinidad.
Desafortunadamente a muchos católicos de los días modernos les disgusta esta oración intensamente. Ya sean laicos u ordenados. Yo he oído decir a monjas “Odio el rosario!”. Un sacerdote me recomendó una vez que practicase una “forma más elevada de oración”. Hay diversas razones para estos sentimientos negativos: 1) durante generaciones los niños católicos eran obligados a recitar el rosario. 2) Ha sido usado frecuentemente como penitencia para los pecados, y de aquí que haya llegado a asociarse con una forma de castigo más que de alegría. 3) Los católicos se quedan confusos en cuanto a quién se supone que deben rezar. A menudo tus palabras se dirigen a María, pero se te dice que enfoques tu mente en Jesús. 4) Mucha gente encuentra profusamente aburrido y sin sentido repetir la misma oración una vez y otra vez, nunca se les ha enseñado el propósito de esto. 5) La gente se desanima por todos los obstáculos normales a la meditación, porque nunca se les ha enseñado como tratar con ellos.
He aquí cómo yo, como alguien que ha sido instruida en meditación Budista Tibetana, así como también en “Oración de centramiento” (meditación Cristiana), me acerco al rosario. No es, ciertamente, el único modo de hacerlo. Hay tantos modos como personas individuales que rezan. Comparto cómo es para mí, simplemente para animaros a experimentar lo que podría funcionar para vosotros.
Oraciones de apertura:
Para ser capaces de “rezar desde el corazón”, como Nuestra Señora de Medjugorje nos insta a hacer, tengo que comenzar cada oración volviéndome hacia mi corazón. Respiro hacia dentro de él, veo cómo se siente, sin juzgarlo como bueno o malo, correcto o equivocado. Simplemente ofreciendo al corazón mi respiración, presencia y compasión, siempre le ayudaré. Entonces, de forma suave, presento la idea de la Madre María y compruebo si mi corazón está listo para rezar. No puedes forzar a un corazón a rezar. Si lo intentas, simplemente acaba odiando la idea de la oración. Si mi corazón no está listo, le doy más tiempo de silencio. A menudo ocurre que, eventualmente, está preparado para estar con Dios. Si no ocurre, simplemente descanso y no hago nada, hasta que puedo oír a Dios llamando y estoy dispuesta a responder. Notad que no veo ninguna necesidad de distinguir entre María y Dios. El uno lleva al otro; ellos se han unido como uno y actúan como uno. ¿Quién soy yo para separar lo que Dios ha unido? Así, cuando siento una presencia divina, no me preocupo de si es Dios Padre, Jesús, el Espíritu Santo o María.
Ahora, si tienes un rosario, sostienes el crucifijo y recitas el “Credo Apostólico”, esto es, la lista de cosas que se supone que un Católico debe creer. De nuevo, no es algo que uno pueda forzar. Recitar una historia que no te crees no es muy inspirador. Así que, simplemente, dile a Dios y a ti mismo lo que tú realmente crees. Esta es una práctica poderosa. Nuestra Señora de Medjugorje dijo una vez que el Credo sirve como un antídoto al ateísmo y el materialismo en el mundo. De modo que si todo lo que puedes decir al principio es “Yo creo en Dios”, lo estás haciendo estupendamente. Poco a poco otras partes del Credo pueden cobrar vida para ti. Siempre es bueno por lo menos intentar seguir las instrucciones de la Iglesia y darles el beneficio de la duda. A veces tu mente puede rechazar algo con lo que tu alma se encuentra realmente cómoda. Otras veces puedes comenzar a aceptar algo que no te , cuadraba al principio. Y otras vas más allá de algo. Tórnate siempre al Espíritu Santo como maestro supremo. El/ella te guiará paso a paso, dándote justamente lo que necesitas en cada paso del camino.
En la cuenta por encima del crucifijo recitas un Padre Nuestro. De nuevo, yo uso la libertad que Dios me dio para rezar de modo auténtico. ¿De qué otro modo podría rezar desde el corazón?. Así que cuando estoy sola, no rezo “Padre Nuestro que estás en el cielo…”, sino “Padre y Madre nuestros que estáis en el cielo y en la tierra…”. Del mismo modo, no empiezo el Credo con “Creo en Dios Padre todopoderoso…”, sino “Creo en Dios, el Padre y la Madre presentes en todo, sabedores de todo, que aman a todo y a todos, que todo lo pueden…”.
En las tres cuentas siguientes recitas tres Avemarías, “Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres tú entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén”.
Algunas personas objetan a referirse a ellos mismos de forma rutinaria como pecadores. Piensan que esto constituye un refuerzo negativo. La idea es reforzar la humildad, que es lo más próximo a la divinidad. Pero mientras se sienta esto como destructivo, imagino que está bien decir “ruega por nosotros tus hijos, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén”. Algunos días sin embargo, puede que sepas que has sido malo, y entonces es saludable reconocerlo y sentarse con ello durante un rato. Personalmente, incluso cuando me siento bien conmigo misma, “ruega por nosotros pecadores”, me brinda una oportunidad de incluir a toda la raza humana en mi oración, incluyendo a los belicistas, políticos que no me gustan, asesinos, etc.
Recuerdo la primera vez que fui instruida para hacer una práctica de purificación Budista. La hice una vez y me sentía tan pura después que no podía ver la necesidad de recitar 100.000 más de esos largos mantras. Pero un amigo mío me dijo: “Mientras pienses que existes como una persona separada, todavía te queda algo que purificar”. Eso se me quedó grabado para siempre. Mientras nuestra experiencia no sea como la de Pablo cuando dice “No soy yo el que vive, sino Cristo en mí”, todavía tenemos en nosotros la semilla de la negatividad.
Una cosa que me encanta del Avemaría, es que nos recuerda de la hora de nuestra muerte. Todas las religiones, especialmente el Budismo, enfatizan lo importante que es ser consciente de nuestra impermanencia. Rezar sobre ello todos los días es una buena práctica.
Sobre la cuenta siguiente yo recito “Gloria al Padre (y a la Madre),al Hijo (y a la Hija) y al Espíritu Santo, como fue en un principio, es ahora y será eternamente, en un mundo sin final, amén.”. Ahora estás listo para los 15 misterios.
Los 15 Misterios del Rosario
Cada decena de Avemarías está bajo la tutela de un “misterio”- una escena de las vidas de Jesús y María- San Ignacio de Loyola, fundador de los Jesuitas, recomienda situarte a ti mismo dentro de esas escenas, no simplemente intelectualizar sobre ellas, sino simplemente estando allí con una mente vacía y abierta. Entonces el Espíritu Santo te enseñará a través de ellas espontáneamente, sin que tu mente tenga que entender nada. En su lugar, puede que percibas algún cambio en tu energía, tus emociones o tu cuerpo. Si sigues al Espíritu Santo, rezar el rosario no se tratará de visitar una cierta historia que sucedió hace 2000 años; se tratará de traer a María y la Trinidad al presente, a tu cuerpo y a tu alma.
Hay cinco misterios gozosos, cinco misterios dolorosos y cinco misterios gloriosos. Me encanta la forma en que este ritmo reconoce que la vida tiene fases alegres, dolorosas y gloriosas. También me dice que no consigues la gloria hasta que no has permitido completamente la experiencia de alegría y de dolor. Cuando empecé a rezar el rosario y todavía tenía a veces algunos días realmente malos, solía esperar a los misterios dolorosos, porque eso me permitía sentarme con mi dolor sin resistencia y sin el juicio de que el dolor es malo. Y entonces, naturalmente, se transformaría, como cualquier sufrimiento al que cesas de resistirte, eventualmente se transforma.
El Ave María como mantra de meditación
Tradicionalmente se le instruye a uno a enfocarse en estos misterios, mientras se usa el Ave María como una especie de mantra: tú no piensas en el significado de las palabras que recitas, simplemente sientes la energía y las bendiciones que transporta. Proporciona una pantalla sagrada sobre la que pueden proyectarse los misterios. Pero aquí, de nuevo, sigue tu corazón y el Espíritu Santo. A veces, simplemente el recitar los Ave Marías me trae un sentimiento tan fuerte de la presencia de Nuestra Señora, que simplemente me quedo con ello e ignoro los misterios cambiantes lo más posible. Otras veces ciertos misterios tienen un tirón especial. Entonces, de nuevo, Dios puede llevarme a un completo silencio de palabras y pensamientos, y yo sé que eso siempre es un buen lugar al que ir y en el que permanecer tanto tiempo como sea posible. Cuando la mente empieza a vagabundear de nuevo, regreso al rosario.
¿Cómo sé que el silencio es el mejor modo de estar con Dios?
A) Porque los maestros de todas las religiones están de acuerdo en que la unión más íntima entre Dios y el alma sucede en el silencio.
B) Porque la Biblia confirma el valor del silencio. Doy aquí tres ejemplos sólo: “Permanece en silencio, y sabe que yo soy Dios” (Salmos 46:10). “Permanece en silencio ante el Señor, y aguárdale con paciencia (Salmos 37:7). “Mantén en silencio toda la carne ante el Señor” (Cefanías 2:13).
C) Porque Madre María pidio en Fátima que cuando recemos el rosario, permanezcamos 15 minutos en silencio.
D) Porque en Medjurgoje dijo (25/7/1998) “En el silencio del corazón, permanece con Jesús, de manera que él pueda cambiarte y transformarte con su amor”
¿Por qué no podríamos entonces saltar todas esas palabras y misterios y permanecer simplemente en silencio? Porque usualmente no podemos. Puede ser que desde fuera parezca que estemos en silencio, pero por dentro nuestra mente a menudo está hablando como un torbellino o quedándose dormida. He visto a monjes budistas que caían dormidos en fila. Pienso que es más eficiente seguir a Dios hacia el silencio cuando el/ella sabe que estamos preparados y nos lleva con él. Por otra parte, todo requiere simplemente práctica, no importa a qué método de oración te lleve el Espíritu.
Volviendo al rosario: si te quedas tan distraído o aburrido que no puedes enfocarte en absoluto, ni en los misterios, ni en la presencia de Dios en los Ave Marías, he aquí lo que puedes hacer.
Lo primero, no lo tomes personalmente. No tiene nada que ver contigo en particular; es simplemente lo que hace la mente. Estos son obstáculos perfectamente normales en el camino. Cuanto más practiques, más disminuirán. Lo más probable es que nunca se disuelvan completamente, pero eso no importa. Incluso un pequeño momento auténtico de presencia con Dios vale la pena para estar sentado, aburrido y distraído durante una hora.
No trates de resistirte al aburrimiento. Es el umbral hacia la paz divina. Los tibetanos dicen “La meditación auténtica no empieza hasta que estás aburrido. Antes de eso, simplemente estás jugando con tu mente”. Así que cuando llega el aburrimiento, como cualquier otra cosa que pueda surgir durante la oración o la meditación, simplemente nótalo, sin juzgarlo como bueno o malo, correcto o incorrecto. Simplemente sé uno con la experiencia, sin resistencia. Si eres capaz de hacer eso, pronto se transformará en una paz indescriptible.
Espera distracciones, y no te reproches a ti mismo cuando ocurran. En su lugar, cada vez que notes que te has olvidado completamente de tu oración y meditación, vuelve a ella con la mayor amabilidad. Trata de no tener ninguna emoción más involucrada en el hecho de que te has distraido, eso simplemente añade más distracciones. Incluso si estás distraído el 80-90% del tiempo, no es inusual en absoluto. Pero cada vez que recuerdes tu meditación (puede ser porque te encuentres jugando con el rosario en las manos) y vuelvas a la presencia de Dios, es como el hijo o la hija pródigos que vuelven a casa. Es una ocasión feliz, y cuantas más veces te distraigas, más a menudo experimentarás este feliz retorno al hogar. Así que, cuantos más Ave Marías hayas prometido recitar, más oportunidades tienes de distraerte y volver a casa con Dios, a tu yo verdadero, una y otra vez, hasta que un día puede que seas capaz de quedarte en casa para bien.
Para volverte mas confiado con tus prácticas de meditación y oración, te recomendaría leer más acerca de ello. Hay grandes maestros cristianos de meditación, como Thomas Keating. Pero la lectura sobre meditación Budista o Hindú también es valiosa, porque durante milenios, estas religiones se han estado enfocando en enseñar meditación. Charlene Spretnak, una profesora católica y autora de “Echando de menos a María: La Reina del Cielo y su Reemergencia en la Iglesia Moderna”, es uno más de los incontables Cristianos que reconocen cuánto les ha ayudado la meditación oriental en su espiritualidad cristiana. Ella aprendió a calmar su mente con meditación Vipassana y ahora utiliza esa habilidad mientras reza el rosario.
Ahora echemos un vistazo a los misterios individualmente.
Los misterios Gozosos
1. La anunciación
Representa el suceso en el que el ángel de Dios viene a María para anunciarle la concepción de Jesús. Tuve la fortuna suficiente como para recibir instrucciones de meditación de un sacerdote Jesuita en el instituto. Él nos animaba a revivir esta escena e imaginarlos que éramos bien María, o el ángel o Dios, dependiendo de lo que nos sugiriese el espíritu, y entonces simplemente, ver cómo eso se siente. Sin él probablemente nunca habría imaginado ser uno de los tres. Así, cuando imaginas una escena, simplemente espera y ve si el espíritu te lleva a alguna persona en particular, o tal vez a una sombra de luz, o incluso a un objeto.
Cualquier cosa puede suceder aquí, si dejas que se encargue el Espíritu Santo. Hoy mismo acabo de tener una sensación de grandes alas y un montón de plumas delante de mí y una pequeña impresión de lo que podría haberse sentido como estar “a la sombra del Espíritu Santo”. Otras veces el énfasis es en la promesa de que un día, en verdad, (aunque quizás no sea en esta vida), concebiré a Dios en mi propio ser y seré una con él/ella/ello. Podría pasar en cualquier momento y yo debería estar preparada en cualquier momento. La anunciación me trae preguntas como “¿Estoy preparada para albergar a Dios en mi cuerpo? ¿Tengo la voluntad de ofrecer toda mi vida al servicio de Dios y la humanidad? “. A veces noto cómo puedo estar diciendo continuamente que mi meta es la unión con Dios o la Iluminación, pero una parte de mí realmente no quiere que eso pase en algún momento demasiado pronto, porque supondría cambiar mi vida entera. Entonces, esas dos voces necesitan dialogar en paz.
2. La Visitación
Sucede cuando María va a visitar a su prima Isabel, mucho mayor que ella, que milagrosamente también está embarazada, ella de Juan el Bautista. Al ver a María, el niño de Isabel salta dentro de su vientre, ella se siente llena del Espíritu Santo y exclama “Bendita eres tú entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre! Bendita tú que has creído!”.
Para mí, esto trata de amor entre hermanas espirituales, de apoyarse mutuamente en el camino, del reconocimiento de la divinidad en todas las personas y ayudar a que esto sea visible. Si estoy preocupada por algún conflicto entre ciertas gentes, les dedico este misterio a ellas.
3. La Natividad
El nacimiento de Jesús. Aquí siempre pido que Jesús y María nazcan en mí. Hoy en día, la sensación es que de nutrir a un niño en tu vientre y darlo a la luz, no es solo un motivo de alegría sino también un trabajo duro y un dolor. Aun así, cuando el trabajo de dar a luz a Dios en el mundo sea un reto o sea doloroso, es también una alegría, y vale la pena.
4. La presentación de Jesús en el templo
María y José llevan a Jesús al templo para la acostumbrada “consagración al Señor”. En esta ocasión, la profetisa Ana y Simeón reconocen al Mesías y éste último predice su éxito y su sufrimiento.
Para mí, en este caso se trata de presentar mi precioso, vulnerable niño interior, la sede de Cristo en mí, a Dios en su templo. El mundo entero es el templo de Dios y a menudo da miedo exponerse uno mismo a él, pero con la práctica se hace más fácil.
5. Pérdida y hallazgo de Jesús en el Templo
María y José han perdido a su hijo de 12 años, Jesús, en un festival en Jerusalén, y no pueden encontrarlo durante tres largos días. Finalmente lo descubren donde él pensaba que debería haber sido obvio: en el templo.
Según Pablo nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo. Sin embargo buscamos a Dios desesperadamente por todas partes, excepto en ese templo. Incluso cuando sabes dónde mirar, no es fácil reconocer a Jesús dentro. Para mí, este misterio es una oración para encontrar y reconocer a Jesús en mí y en el mundo entero -el gran templo de Dios-.
Si meditas al estilo Jesuita, los tres últimos misterios tratan todos ellos sobre contemplar a Dios en su completa humanidad. Llegas a ver a María trabajando para traer a Jesús a este mundo. Ves al pequeño retoño de un dios-bebé de 7 días y luego a un dios-niño de doce años. Esto debería ayudarnos a contemplar a Dios en todas las personas con las que estamos. Incluyéndonos a nosotros mismos.
Los misterios luminosos
1. El bautismo de Jesús en el Jordán
Cuando Jesús le pide a Juan el Bautista que lo bautice: “los cielos se abrieron y el Espíritu Santo descendió sobre él… como una paloma; y vino una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Lucas 3:21-22). Es maravilloso imaginar que los cielos justo encima de ti se abren, o “se rasgan” como dice Marcos (1:10) y tu Padre celestial te dice: “¡Tú eres mi hijo amado en quien tengo complacencia!” Muchos grandes santos y místicos, como San Agustín y Julián de Norwich, han dicho que Dios nos ama a cada uno de nosotros como si fuéramos su único niño. No es que yo quiera ser la única hija de Dios, pero es bueno darse un gusto cuando intentas absorber el amor infinito de Dios por ti, tal como eres ahora mismo. Deja que ese amor transforme todo lo que no sirve.
2. La fiesta de bodas en Caná
Aquí es donde María se ocupa de nuestras legítimas necesidades mundanas, incluso cuando su hijo se resiste a la idea por alguna razón. La historia en Juan 2:1-11 cuenta sobre una fiesta de bodas donde la familia se encontró con el vergonzoso problema de quedarse sin vino para sus invitados. María sabe que Jesús puede cumplir milagros, aunque todavía no ha hecho ninguno en público. Ella le pide ayuda. Al principio él se niega, diciendo: "Mi hora aún no ha llegado", pero ella no acepta un no por respuesta y entonces él cede.
¿Sabía que una vez que ‘saliera del armario’ como hacedor de milagros, sólo le quedarían tres años más de vida en este mundo? ¿Quería una parte de él más tiempo aquí? ¿Maria lo ‘expulsó del nido’? Tal vez sí, pero lo que los católicos sacan de esta historia es que Dios no puede negarle a la Virgen María nada de lo que pide y, por la gracia de Dios, "Nuestra Señora de todas las Gracias" (uno de sus muchos títulos) se ha vuelto omnipotente, igual como Dios. Pídele pues las gracias espirituales y mundanas que necesites. Ella te concederá todo lo que sea bueno para tu alma. A veces es mejor para nosotros no conseguir lo que queremos y, a veces, es necesario ayunar junto con las oraciones cuando uno pide algo muy pesado. Ella lo dice muchas veces en sus mensajes de Medjugorje.
3. Proclamar el Reino de Dios
Santa Faustina Kowalska dice: “El Reino de Dios es la vida de Dios en nuestras almas”. Jesús dice: “El Reino de Dios está cerca”. Está aquí, ahora mismo. Solo tenemos que extender nuestra mano y desear a Dios más que cualquier otra cosa. Proclamar a nuestra propia alma: el Reino de Dios con toda su dulzura, luz, amor, paz, dicha y sabiduría está aquí ahora. Puedo entrar en él ahora mismo. Solo tengo que ponerlo en el primer lugar absoluto de prioridad.
4. La Transfiguración
“En lo alto de un monte, el rostro de Jesús resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.” (Mateo 17:2) Imagina que estás allá en ese monte con Jesús. Observa su luz irradiando como el sol. Respira esa luz dentro de ti, limpiándote, sanándote y nutriéndote profundamente. Disfruta de sus gracias tanto como puedas. Luego, permite que Dios te envíe de regreso al mundo, ahora lleno de gracia. Cuando te quedes sin energía, regresa a ese monte de Dios para reponerte. “Jesús se retiraba a lugares solitarios y oraba.” (Lucas 5:16) Acompáñalo Nuestra Señora de Medjugorje nos pide que lo hagamos tres horas cada día. ¿Parece una locura? Los estadounidenses ven un promedio de tres horas de televisión cada día. Eso es una locura.
5. La institución de la Eucaristía
Yo llamo a este misterio “Comer a Dios”. Jesús quiere que lo comamos y lo bebamos, como dice la Iglesia Católica: “su cuerpo y sangre, alma y divinidad”, todos los aspectos de su ser. Él quiere que sepamos que acogerlo no es sólo una idea, es tan real como nuestro propio cuerpo y sangre. Pero para que seamos transformados en Dios, necesitamos usar nuestra mente. Por eso dice: “Cada vez que hagas esto, acuérdate de mí” (1 Corintios 11:25). Cuando respondo a su llamado y le sigo diciendo: “Me acuerdo de ti”, él se infiltra en mí.
Los misterios dolorosos
1. La agonía en el huerto
La noche antes de la crucifixión de Jesús, el está temeroso; le gustaría poder evitar lo que va a venir, pero se rinde a la voluntad del Padre. Él pide a sus discípulos: “orad conmigo y permaneced despiertos conmigo”, pero ellos se quedan dormidos, abandonándolo.
Me encanta este misterio, porque aquí veo a Jesús que quiere estar conmigo, quiere que yo rece con él y enfadándose si lo olvido y me quedo dormido sobre él. Me recuerda a nuestra Señora de Lourdes, que también se enfadaba un poco si Bernadette alguna vez se distraía durante su aparición. No es que yo necesite reñirme a mí misma por distraerme, lo que es perfectamente normal, pero me ayuda a recordar de que alguien se preocupa por mí. El no querer ofender o entristecer a mi familia divina es un incentivo adicional para prestar atención. Hace el magnetismo más fuerte.
Otros días éste es el tiempo de unirme con Jesús en cualesquiera sentimientos de abandono, miedo, o no saber lo que me va a pasar. Si alguien me ha pedido que rece por él porque está temeroso de algo, le dedico este misterio a él.
2. La flagelación en la columna
Jesús es azotado y golpeado. Éste es uno duro de pasar para mí. Normalmente no me acerco demasiado, sino que me enfoco en los Ave Marías y en la idea general de abrirme a la idea general del sufrimiento sin resistencia. Como todos los misterios dolorosos, éste trata de la pregunta. “¿Qué hago yo en presencia del sufrimiento, ya sea el mío o el de los demás?, ¿Cómo evito desconectame a mí mismo del sufrimiento del mundo?”. La respuesta es: “Reza, mantén a Dios/Diosa a tu lado, permanece abierto, permanece en el amor, no te resistas”. Si me acerco más, siento el amor de Jesús y su sacrificio, el dolor que el acepto en favor nuestro.
De una forma muy parecida a los Bodhisattvas Budistas (seres iluminados), Jesús purifica nuestra negatividad tomándola sobre él mismo. Los maestros orientales dicen, para beneficiarse realmente del sacrificio de un bodhisattva uno tiene que alegrarse de él, apreciarlo con agradecimiento, más que sentirse culpable por ello. Nuestra alegría es lo que nos transfiere mérito a nosotros. La alegría abre el corazón a recibir las bendiciones del sacrificio de Jesús (ya sea que uno lo llame Dios o Bodhisattva). Se enfoca en él. La culpa usualmente se enfoca en uno mismo; sólo es buena si abre el corazón.
3. La coronación de espinas
Hoy he sentido simplemente el rostro de Jesús, coronado de espinas, realmente cerca de mí. Nada tiene que ser pensado o entendido para recibir bendiciones.
Cuando estoy menos inspirada y más en mi cabeza, saco un momento para contemplar la corona de espinas como un símbolo del dominio sobre el misterio del sufrimiento. Según los místicos medievales, hay una gran paz y libertad y alegría que pueden ganarse al aceptar el sufrimiento. Yo les creo; he tenido impresiones fugaces, pero todavía tengo un largo camino por recorrer. Que la corona de espinas me enseñe para qué estoy preparado.
En el Budismo también, no puedes entrar en el nirvana hasta que no conoces la “noble verdad del sufrimiento”, en cada detalle y sin ninguna resistencia o apego.
4. Jesucristo con la cruz a cuestas
Hoy he sentido simplemente el rostro de Jesús, coronado de espinas, realmente cerca de mí. Nada tiene que ser pensado o entendido para recibir bendiciones.
Cuando estoy menos inspirada y más en mi cabeza, saco un momento para contemplar la corona de espinas como un símbolo del dominio sobre el misterio del sufrimiento. Según los místicos medievales, hay una gran paz y libertad y alegría que pueden ganarse al aceptar el sufrimiento. Yo les creo; he tenido impresiones fugaces, pero todavía tengo un largo camino por recorrer. Que la corona de espinas me enseñe para qué estoy preparado.
En el Budismo también, no puedes entrar en el nirvana hasta que no conoces la “noble verdad del sufrimiento”, en cada detalle y sin ninguna resistencia o apego.
5. La crucifixión
Para mí, este es el momento de practicar la rendición total a la voluntad de Dios y a su presencia. A menudo extiendo mis brazos a ambos lados para estirarme abriéndome. Así me concentro en mantenerme tranquila ante Dios, no importa lo que pase, incluso cuando tengo miedo de rasgar mi corazón abierto.
Los misterios gloriosos
En los misterios gloriosos vemos un montón de movimientos entre los mundos. Jesús ha descendido al dominio de la muerte, o al “inframundo”, el resucita al dominio humano, y entonces asciende a los cielos, entonces Dios desciende de nuevo como el Espíritu Santo, y luego María es ascendida al cielo. Así, para mí, hay un tema general de sentirte en casa, no sólo en esta tierra, no solo en este dominio, sino en todo el universo, que es el hogar de Dios. Y Dios, nuestro padre y madre dice: “mi casa ees tu casa!” (en español en el original).
1. La Resurrección
Especialmente desde la película “La Pasión” de Mel Gibson, tengo esa sensación de Jesús saliendo de la tierra, afuera de la cueva oscura, brotando a la luz de nuestro mundo desde las profundidades de la tierra. Como dice la canción de Pascua: “Ahora la verde brizna surge de el grano enterrado,
trigo que ha yacido en la tierra oscura muchos días, como un grano que duerme invisible;
el amor ha vuelto de nuevo, como el trigo brotando verde”. Cuando estoy con Jesús durante
la resurrección, me enraízo profundamente en la tierra oscura y luego broto a la luz.
2. La ascensión
Jesús asciende al cielo mientras sus discípulos están mirando. Cuando me sitúo en esta escena, entre los discípulos, mi corazón quiere romperse. Es tan duro dejar partir a Jesús. Pero no hay elección. El nos dice lo que le dijo a María Magdalena después de su resurrección: “Dejad de aferraos a mí!” (también traducido como “No me toquéis” -Juan 20:17). Uno tiene que desprenderse de todo, incluso todas las ideas sobre Jesús, vaciándose uno mismo completamente, para recibir al Espíritu Santo, que nos devuelve todo multiplicado por cien.
3. La bajada del Espíritu Santo
Más que rezar sobre algo o imaginar, simplemente manténte ahí con los discípulos y Madre María, y recibe al Espíritu Santo. Déjalo que sea así.
4. La asunción de María al cielo
En vez de permitir que su cuerpo muera, Dios, amorosamente recoge a su madre, hija y esposa y la asciende directamente al cielo.
Mucha gente, incluso católicos, no creen en la asunción de María. Pero yo no tengo ningún problema con ella, porque he leído historias de apariciones acreditadas de María donde ella expresamente manifiesta consentimiento y apreciación por este dogma. (De la misma manera que confirmó la Inmaculada Concepción en Lourdes). Si a ella le hace feliz, a mí también. Para mí la pregunta no es: “¿Fue cierto históricamente?”, sino “¿Qué ocurre en mi mente y en mi corazón cuando imagino que es cierto?”
Si es una meditación que me lleva a mí o a otros hacia la unión divina, mayor poder a ella!, para aumentar el poder de la Reinca de los Cielos sobre la tierra, ciertas culturas tienen que pensar en ella como concebida de forma inmaculada, incluso virgen, y ascendida al cielo. Para mí eso está bien.
Para mí, la lección de este misterio es la mísma que con la ascensión de Jesús: acercarme a Jesús y a María es como lanzar una flecha de amor hacia Dios – primero pones un gran esfuerzo y cuidado en ajustar y tensar la cuerda del arco, entonces, sueltas. No puedes dar en el centro de la diana a menos que dejes volar la flecha. De la misma manera, tenemos que dejar a Jesús y a María en cierto punto, por lo menos temporalmente. Por lo menos, para asegurarnos de que no los estamos sofocando con nuestras ideas sobre ellos más que experimentando directamente sus corazonas – el núcleo de su ser. ¿Cómo sabemos cuándo es el momento de dejar ir?, Cuando la ascensión y la asunción han terminado.
5. La Coronación de María Reina del Cielo
Dicen que, cada vez que rezamos el rosario, Madre María es coronada con otra corona de rosas. Así, en la coronación no se trata simplemente de Dios coronando a su esposa, madre e hija, sino también de nosotros coronándola a ella. ¿Estás dispuesto a coronarla a ella como la reina y comandante de tu vida?
Si sí, llegarás a bañarte en su gloria.
Ahora, después de haber leído todo esto, por favor, vacía tu mente de todo ello, ve y vive tus propias experiencias.
Oraciones finales:
Cada década termina con un Gloria, después anuncias el siguiente misterio y empiezas con un Padre Nuestro. Hay gente que también intercala otras oraciones. Puedes terminar después del último misterio con la oración que quieras. Una que se usa comúnmente es “Dios te Salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clementísima, Oh piadosa, O dulce Virgen María!”.
El Rosario como un puente hacia la meditación
He llegado a pensar que el mayor obstáculo para una práctica regular de cualquier oración o meditación no son las distracciones, el aburrimiento o el adormecimiento. Es simplemente la resistencia a dejar aquello que estemos haciendo y sentarnos para hacer nada “malgastando nuestro tiempo con Dios”. Para parar, uno tiene que vencer la primera ley de Newton del movimiento, llamada de “inercia”. Esta ley dice que, abandonado a sí mismo, un objeto en reposo permanecerá en reposo, y un objeto en movimiento permanecerá en movimiento. Para alterar su movimiento es necesaria una fuerza externa”. Yo solía decirle a la gente. “No soy perezosa ni indisciplinada, simplemente soy inerte”. Si eres capaz de pararte y sentarte, la batalla está prácticamente ganada. Pero para vencer a la inercia, la mayoría de nosotros tiene que aplicar una fuerza externa, sea Dios, Madre María, un voto para rezar el rosario todos los días, una campana que suena y nos dice “es hora de dejar cualquier cosa y ponerse a rezar”.
Encuentro el rosario de tanta ayuda en esto porque suaviza mi mente. No tengo que pensar en pasar de un estado activo a no hacer absolutamente nada, de 100 kilómetros por hora a 0. En vez de eso puedo sentirme como “Haré el rosario”, estaré moviendo cuentas e incluso aunque no pueda prometer que mi mente estará en calma y recogida, por lo menos seré capaz de hacer las recitaciones con dedicación. Entonces una vez que he cogido las cuentas, mi mente gradualmente se calma y muy pronto soy perfectamente feliz no haciendo nada.
Mucha gente piensa que la meditación silenciosa es superior a rezar el rosario, pero si no pueden conseguir ellos mismos ponerse a hacerla, ¿qué significa entonces su “método superior”? Mejor usar el rosario como mecanismo de ruptura para aminorar la mente y dejar que Dios te lleve gradualmente al silencio cuando tú estás realmente preparado.
*Prof. Jesús Ángel Gomollón Garcia enseña ingenieria en la universidad de La Coruña, cerca de Santiago de Compostella, España. Interfaithmary en Español